La batalla del Somme es sinónimo de lucha, de muerte, de destrucción, y sobre todo de inutilidad. Fue, junto con batallas como Verdún y Passendaele, una de las más largas y sangrientas de toda la guerra. Para la historia ha quedado el primer día de la batalla, aquel 1 de julio de 1916, uno de los días más sangrientos de la historia y el más triste en la historia de Inglaterra.