En marzo de 1918 el alto mando alemán tenía a su alcance aquello que había ansiado cuatro años antes en aquel verano de 1914, guerra en un solo frente. Con la rendición y retirada de Rusia de la guerra, el ejército alemán podía reunir todo su potencial militar en un solo frente, y asestar el golpe definitivo a las potencias aliadas para decantar la guerra a su favor.