Jutlandia: La Gran Batalla Naval

  A finales del siglo XIX el emperador alemán Guillermo II decidió cambiar el rumbo de la estrategia política alemana que había reinado durante los años del canciller Bismarck, pasando de la llamada Realpolitik a la Weltpolitik. Esta última política pretendía la búsqueda de un espacio para Alemania entre las principales potencias del mundo, acorde a sus capacidades económicas e industriales. Para ello, era necesario conseguir un imperio colonial que pudiera rivalizar con Francia y sobre todo con el Imperio Británico. Para mantener ese imperio era necesaria la creación de una gran flota que pudiera rivalizar con la británica.

  Gran Bretaña ostentaba la hegemonía de los mares desde que el almirante Nelson venció a la escuadra franco-española en la batalla de Trafalgar en 1805. En 1914 los barcos de guerra de la Royal Navy superaban en número a los alemanes, pero muchos de ellos eran buques obsoletos y carecían de las mejoras en armamento y blindaje del momento, mientras que la Marina Imperial alemana construía buques más nuevos y mejor armados.

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Parte de la Flota de Alta Mar en el puerto de Kiel.

  Cuando la guerra estalló en 1914, tanto los poderes políticos como la opinión publica creían que pronto se libraría el gran combate naval entre ambas flotas. Pero esto no ocurrió. El 29 de julio de 1914, antes del estallido de la guerra, Winston Churchill, primer lord del almirantazgo, ordenó a la flota británica dirigirse a su base en Scapa Flow, en las Islas Orcadas, al noreste de Escocia, posición desde la que dominaban todo el mar del Norte, entre Gran Bretaña y Noruega. La flota alemana, por su parte, se quedó en sus puertos, bloqueada, temerosos de que una salida a mar abierto pudiera suponer su final frente a la flota británica. Antes de arriesgar la flota en un combate directo, harían uso de los últimos avances disponibles, por lo que desplegaron minas marinas y su flota de submarinos, declarando la guerra submarina irrestricta en las aguas que rodeaban Gran Bretaña.

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Vicealmirante David Beatty.

  A pesar de esta decisión, pequeñas escuadras hicieron salidas hacia el mar del norte y bombardearon las defensas costeras británicas, en zonas como Norfolk, Scarborough y Whitby, en la región de Yorkshire. El guion durante estas incursiones era prácticamente el mismo, las escuadras de cruceros alemanes bombardeaban la costa británica, estos enviaban a sendas escuadras para interceptarlos, pero los alemanes se retiraban rápidamente a sus puertos evitando así entrar en combate. Estas incursiones hicieron que el 7 de mayo de 1916 la escuadra de cruceros del vicealmirante David Beatty, fuera destinada por el almirante sir John Jellicoe, al mando de la Gran Flota británica, al puerto de Rosyth, con el fin de proteger la costa oriental británica de dichas incursiones.

El plan de Scheer

  Al mando de la flota alemana se encontraba el almirante Reinhard Scheer, que había sido ascendido en enero de ese mismo año. En cuanto asumió el mando, y a pesar de que el alto mando alemán le ordenó evitar cualquier enfrentamiento, Scheer, marinero de carácter ofensivo y que se caracterizaba por la toma de decisiones rápidas, comenzó a trazar sus propios planes. Consideraba que era imposible derrotar a la flota británica en un combate directo en alta mar, por lo que abogaba con castigar a los británicos aumentando la actividad submarina y con ataques de zeppelines sobre los puertos, obligando a los británicos a salir a alta mar, donde con su flota atacaría a pequeñas escuadras enemigas una por una.

  A finales de abril de 1916 el káiser Guillermo II decidió cesar la guerra submarina sin restricciones. Esto intensificó la presión sobre Scheer para que llevara a cabo una acción de cierta envergadura sobre los británicos. Rápidamente ordenó a todos los u-boots que se encontraban operando en el Atlántico que regresaran a sus bases en Alemania.

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Almirante Reinhard Scheer.

  El plan de Scheer era usar la escuadra de cruceros del vicealmirante Franz von Hipper para que atacaran las defensas costeras británicas. Al mismo tiempo enviaría a la mayoría de los submarinos a ocupar posiciones frente a los puertos donde se encontraba amarrada la flota británica, especialmente frente a Scapa Flow. La idea era atraer a la escuadra de Beatty a atacar los cruceros de Hipper; mientras que Scheer navegaría con el resto de la flota unas 50 millas por detrás, para así rodear a la escuadra británica y destruirla. Los submarinos deberían entorpecer la salida del resto de la Gran Flota.

  La acción debía llevarse a cabo a mediados de mayo, pero en uno de los asaltos anteriores uno de los cruceros de batalla de Hipper, el Seydlitz, había sido tocado por una mina, lo que requirió posponer la acción hasta que el buque fuera reparado. Este ligero retraso tuvo serias consecuencias para Scheer. Primero, los submarinos que se encontraban rondando el puerto de Scapa Flow comenzaron a quedarse cortos de combustible, lo que les obligó a volver a sus bases. Por otro lado, en la nueva fecha señalada para la operación, el 31 de mayo, los fuertes vientos que soplaban sobre el Mar del Norte impedían que los dirigibles alemanes de observación volaran por delante de la flota alemana para informar de los movimientos del enemigo.

  Debido a estos contratiempos Scheer decidió cambiar el plan a otro alternativo que también había concebido con anterioridad. La escuadra de Hipper partiría rumbo hacia el norte, siguiendo la costa danesa, para atacar convoyes mercantes frente a la costa noruega, con el fin de atraer a los buques del vicealmirante Beatty, rodearlos y aplastarlos con el resto de la flota dirigida por Scheer, que se situaría a unas millas por detrás de Hipper.

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Almirante sir John Jellicoe.

  Por desgracia para Scheer, los servicios secretos británicos habían conseguido hacerse con una copia del código de claves naval de los alemanes, por lo que conocían de primera mano los movimientos realizados por el enemigo. El 30 de mayo por la tarde, la Gran Flota británica realizó una salida de sus bases hacia el Mar del Norte, para realizar uno de sus recorridos de reconocimiento. En la mañana del 31, desconociendo la posición del enemigo, Scheer dio la orden a su flota de zarpar para poner en marcha su plan. Los británicos interceptaron dicha orden, tanto Jellicoe como Beatty conocían perfectamente los movimientos alemanes, y se prepararon para interceptar a la Flota de Alta Mar. La única esperanza de Scheer de lograr una victoria se basaba en enfrentarse a una pequeña parte de la flota británica, pero sin saberlo, se estaba dirigiendo hacia uno de los mayores enfrentamientos navales de la historia.

La Batalla

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La Gran Flota en el Mar del Norte.

  La Gran Flota británica estaba formada por un total de 151 buques: 24 acorazados, 9 cruceros de guerra, 4 acorazados rápidos, 8 cruceros, 23 cruceros de bolsillo, 81 destructores, un minador y un portahidroaviones. Por su parte la Flota de Alta Mar alemana estaba compuesta por 99 buques: 22 acorazados, 5 cruceros de combate, 9 cruceros de bolsillo y 63 destructores. Los británicos tenían una clara superioridad numérica, mientras que los alemanes contaban con barcos más modernos.

  Al anochecer del 30 de mayo, Beatty recibía la orden de Jellicoe de zarpar desde su base en Rosyth con su escuadra, junto con la 5ª escuadra del contraalmirante Evan-Thomas, con 4 de los mejores acorazados británicos, el Barham, el Malaya, el Valiant y el Warspite. Una hora después la 2º Escuadra, al mando del vicealmirante sir Thomas Jerram, con 8 acorazados, zarpaba de su base en Cromarty para unirse a la batalla.

  A la mañana siguiente, mientras las flotas británicas se dirigían a interceptar al enemigo, la escuadra de cruceros de Hipper navegaba rumbo hacia el norte, paralelamente a la costa danesa, con Scheer y sus acorazados unas 20 millas por detrás. Scheer esperaba enfrentarse únicamente contra los cruceros de Beatty, mientras que Jellicoe consideraba que los acorazados de ambas flotas se encontraban muy por detrás de los cruceros, por lo que no intervendrían en la batalla. Ambos se equivocaban.

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Batalla de Jutlandia. Foto de Grandiose.

  A las 14:20 del 31 de mayo, uno de los cruceros de Beatty, el Galatea, que avanzaba por delante de la escuadra sirviendo como explorador, informó al vicealmirante que había avistado un buque. Se trataba de un mercante danés al que decidieron acercarse para inspeccionarlo, pero al mismo tiempo un crucero ligero alemán, el Elbing, se disponía a hacer lo mismo. Fue el primer contacto entre ambas flotas. Ambos buques iniciaron un bombardeo mutuo sin grandes consecuencias. Pocos minutos después el Galatea informó a Beatty de la presencia a lo lejos de una enorme columna de humo. Se trataba de la escuadra de Hipper, de 5 cruceros.

  El tiempo se encontraba despejado y la mar totalmente en calma. Beatty, con superioridad numérica, ordenó cambiar el rumbo en dirección sur sudoeste, directo hacia Hipper. La orden se dio mediante banderas desde su buque insignia, el Lion. Las señales no fueron advertidas hasta varios minutos después por el contraalmirante Evan-Thomas. Este retraso dejó a la escuadra a unas 10 millas por detrás de Beatty.

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Los acorazados Warspite y Malaya.

  A las 15:20 Hipper, desde su buque insignia, el Lutzow, avistó a los cruceros británicos y se preparó para llevar a cabo el plan de Scheer, ordenando rápidamente invertir su rumbo y dirigirse hacia el sur, para unirse a los acorazados de Scheer. Durante unos minutos ambas flotillas navegaron paralelas, a una distancia de unas 10 millas. A las 15:48, el buque insignia de Hipper abrió fuego, comenzando la lucha entre ambas flotas. Los alemanes mostraron una gran destreza y puntería, haciendo blanco sobre el Lion; pero la verdadera desgracia se cernió sobre los británicos a las 16:05,  cuando el crucero Indefatigable, que ocupaba la última posición en la línea británica, recibió dos impactos del Von der Tann que afectaron a la santabárbara, la cual explotó y partió el buque en dos. De sus 900 tripulantes, solo dos consiguieron salvarse. A las 16:20 el crucero Queen Mary recibía un fuerte impacto y se iba a pique. La superioridad inicial de Beatty se había acabado, pero por suerte los buques de Evan-Thomas habían llegado a la batalla.

   A las 16:40 Beatty avistó a lo lejos a la flota de Scheer, ahora el cazador se convertía en la presa, por lo que cambió rápidamente su rumbo hacia el norte para encontrarse con Jellicoe, pero una vez más las señales no fueron captadas por Evan-Thomas, que siguió con su rumbo hacia el sur. Pocos minutos después sus acorazados rápidos se vieron bajo un intenso fuego de los acorzados de Scheer. Rápidamente Evan-Thomas ordenó formar en línea de batalla, y sus cañones de 381 mm respondieron al fuego atacando a los buques de Hipper, dejando tocados el Lützow, el Moltke y el Von der Tann.

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Hundimiento del HMS Indefatigable.

  A las 17:40 tanto Scheer como Beatty vieron la aparición de una gran nube de humo hacia el norte, que anunciaba la llegada de Jellicoe y de la Gran Flota británica. La información que hasta ese momento había recibido el almirante británico era muy contradictoria y poco clara. Su llegada a la zona no ese hizo en el punto fijado anteriormente con Beatty, de hecho, al llegar, la flota alemana no se encontraba frente a ellos, sino en su lado de estribor. Su flota, que contaba con 24 acorazados, navegaba en una formación en 6 columnas, ocupando un frente de unas 4 millas. Tras cruzarse con Beatty y solicitar información sobre el enemigo, ordenó a las 18:25 que la columna de babor se desplegara, mientras que la columna de estribor viraba hacia la izquierda y comenzaba a abrir fuego. Esta acción de manual, conocida como “cruzar la T”, tenía como objetivo navegar a través de la línea de cabeza alemana y hacer uso de su superioridad numérica para aplastar al enemigo.

  Pero los alemanes no se amedrentaron, y sus artilleros siguieron abriendo fuego. El crucero de batalla Invincible recibía varios impactos que lo mandaron a pique con casi toda su tripulación, entre la que estaba el contraalmirante Hood. Scheer ordenó a toda su flota virar hacia el oeste, rumbo que siguió durante 20 minutos, bajo el intenso humo de la batalla. Luego ordenó virar de nuevo hacia el este, orden que colocó a su flota sobre el centro de Jellicoe, desatándose una tormenta de fuego entre casi todos los buques de ambas flotas. Scheer decidió escapar de esta situación, que podía tornarse desastrosa, por lo que ordenó una “media vuelta de combate”: todos sus buques invirtieron el rumbo y dieron media vuelta hacia estribor, con rumbo sudeste hacia sus puertos. La llegada de la oscuridad hizo más fácil la retirada de Scheer. Cuando las primeras luces del alba aparecieron Jellicoe se encontró con el mar desierto.

¿Quién fue el vencedor de Jutlandia?

  Desde el mismo día después de la batalla hasta hoy, muchas veces se ha formulado esta misma pregunta, ¿Quién venció en Jutlandia? En la mayoría de ocasiones se ha hablado de un empate, aunque esta circunstancia muy rara vez se da en la guerra, pues, aunque las bajas sean similares, la situación táctica puede variar, y siempre uno de los dos contendientes puede sostener mejor y recuperarse más rápidamente de las bajas sufridas que el otro bando. Y éste es el caso de Jutlandia.

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Los daños en el SMS Seydlitz.

  Aunque los británicos sufrieron más bajas que los alemanes, 3 cruceros, 3 cruceros acorzados y 8 destructores, por un acorazado, 5 cruceros y 5 destructores de los alemanes, la superioridad numérica con la que contaba la Royal Navy suponía que los británicos podían reponer rápidamente las perdidas. El número de marineros muertos también fue superior en el lado británico, con un total de 6097, entre los que se incluía el contraalmirante Hood, por unas 2500 de los alemanes.

  Desde un punto de vista táctico, podría asegurarse que la batalla fue una victoria alemana, pues enfrentándose a una flota muy superior consiguieron infringirle más bajas y retirarse a sus bases con el grueso de la flota intacta. Pero la victoria estrategia fue para los británicos, a pesar de las perdidas la flota aún seguía en condiciones de combatir y como dominante del mar.

  Pero una cosa esta clara, Jutlandia no fue la batalla que los británicos esperaban, confiados en que ésta fuera una nueva victoria aplastante, un segundo Trafalgar. Es más, la superioridad británica de los mares quedó ligeramente en entredicho, como el propio Káiser dijo, “se ha roto el hechizo de Trafalgar”.

Bibliografía:

  • Livesey, Anthony: Grandes Batallas de la I Guerra Mundia. Editorial Optima, Madrid 1995. ISBN 84-95300-26-5.
  • Parker, Geoffrey: Historia de la guerra. Akal, Madrid, 2010. ISBN 84-460-2560-3.
  • Valzania, Sergio: Jutlandia: 31 de mayo de 1916: la batalla naval más grande de la historia. Ariel, Madrid, 2009. Serie: Grandes Batallas. ISBN 9788434487888