Vive l’ Angleterre! La Batalla de Mons.

  Aun sabiendo que la violación del territorio neutral de Bélgica supondría la más que segura entrada de Gran Bretaña en la guerra, los alemanes no contaban con que estos respondieran rápidamente, y creían que no tendrían que vérselas con ellos de inmediato. Por esto, fue una total sorpresa para el ejército de Von Kluck encontrarse con la Fuerza Expedicionaria Británica en la región de Mons el 23 de agosto. Gran Bretaña marchaba a la guerra sin un plan de batalla establecido, como el Plan Schlieffen o el Plan XVII. Su papel inicial era el de apoyar al ejército francés en su izquierda con su pequeño pero profesional ejercito.

La Fuerza Expedicionaria Británica

  A diferencia del resto de las grandes potencias, cuyos ejércitos eran de carácter conscripto y en las que existía un servicio militar obligatorio, en Gran Bretaña se había optado desde hacía muchos años por tener un pequeño ejército regular de voluntarios, pero muy profesionales, en lugar de grandes masas de hombres peor entrenados. Mientras que alemanes o franceses podían disponer de un total de setenta divisiones de infantería, los británicos contaban con una fuerza mucho más reducida de seis divisiones de infantería más una de caballería, preparadas para entrar en acción en cualquier zona de ultramar. Gran Bretaña llevaba mucho tiempo confiando en su flota naval, la más poderosa del mundo, para su defensa, mientras que su fuerza terrestre, pequeña pero profesional, debía ser usada en cualquier punto donde fuera requerida.

sir John French.
sir John French.

  Esta fuerza de seis divisiones, divididas en dos cuerpos de ejército, estaba bajo las ordenes del mariscal sir John French, de 62 años. Su designación se debía más a la reputación conseguida durante la guerra de los Boers, como valeroso comandante de caballería, que a sus habilidades para el mando. Uno de sus compañeros en dicha guerra y amigo personal, ahora al cargo del Primer Cuerpo británico, el general Douglas Haig escribió en agosto de 1914: “En lo más intimo de mi ser, sé que French no está capacitado para este cargo de mando, en este momento de crisis en la historia de nuestra nación”. Su segundo al mando era el general sir Henry Wilson.

  Tampoco se mostraba muy conforme con esta designación el secretario de guerra, Lord Kitchener, que había servido en el ejército por todo el imperio y conducido a los británicos en la victoria de Omdurmán. Kitchener tampoco estaba muy contento con el papel que tendría que llevar a cabo la BEF (Fuerza Expedicionaria Británica) en el flanco izquierdo del ejército francés, pues había previsto cual sería el esquema de ataque alemán a través de Bélgica. Esta no fue la única predicción acertada por Kitchener, pues a diferencia de sus colegas, había previsto que esta guerra sería larga y costosa.

Rumbo al Continente

  El 5 de agosto, tras varias discusiones y deliberaciones en el seno del gobierno sobre el envío al continente de las tropas británicas, se acordó finalmente mandar el total de las fuerzas regulares, seis divisiones de infantería y una de caballería, pero apenas veinticuatro horas después, por temor a una posible invasión en suelo británico, se decidió enviar solamente a cuatro de las seis divisiones de infantería más la división de caballería, que serian embarcadas sin más demora el 9 de agosto. La 6º División se quedaría defendiendo Inglaterra junto con la 4º, que sería enviada al continente más tarde.

  Entre el 6 y el 10 de agosto, mientras los alemanes atacaban la fortaleza de Lieja y las primeras unidades francesas se batían contra los alemanes en Mulhouse, la BEF se concentraba para ser transportada el 9 de agosto a través del canal. En total, 80.000 hombres, 30.000 caballos, 300 piezas de artillería y 125 ametralladoras fueron transportadas al continente.

Lord Kitchener.
Lord Kitchener.

  Una vez en suelo francés, no estaba muy clara cuál sería la posición que deberían ocupar. El mando francés les solicitaba que se dirigieran hacia Maubeuge para cubrir su flanco izquierdo, pero Kitchener no se mostraba de acuerdo, pues sabía que el grueso de las fuerzas alemanes vendría en esa dirección a través del Mosa, y quería que los británicos se concentraran más allá de Amiens. Los franceses protestaron y French y Wilson se mostraron contrarios a este cambio, alegando que debían seguir los planes originales y dirigirse a Maubeuge. Finalmente Kitchener tuvo que ceder, pero se mostraba reacio ante la posibilidad de que todo su ejército fuera sacrificado, y le dictó unas instrucciones a French: “El objetivo especial de las fuerzas bajo su mando es apoyar y cooperar con el ejército francés” pero estando en inferioridad numérica debía tener “siempre en cuenta que vuestro mando es independiente y que en ninguna circunstancia debe ponerse a las ordenes de un general aliado”. De un plumazo, Kitchener anulaba el mando único de Joffre sobre las fuerzas anglo-francesas, y dejaba bien claro que su principal preocupación era ante todo salvar al ejército británico.

Hacia el Canal de Mons

  Aunque Joffre no tenía autoridad sobre la BEF, este invitó a French a que colaborara en sus planes y se colocara cubriendo el flanco izquierdo del Quinto Ejército de Lanzerac, que ahora debía girar para enfrentarse al “grupo norte” alemán. Los británicos deberían marchar hacia Soignes, más allá del canal de Mons, un canal navegable que era una extensión del rio Sambre para comunicar la navegación con el Canal de la Mancha. Según las órdenes dispuestas por el general French, sus hombres debían llegar a la línea del canal el día 23 de agosto, curiosamente, el mismo día que las tropas del general Von Kluck tenían previsto llegar a ese mismo punto.

  Tanto Joffre como el segundo al mando de la BEF, Henry Wilson, pensaban que el número de divisiones alemanas al este del Mosa debía ser de dieciocho. En Londres Kitchener no estaba tan seguro de estos cálculos, puesto que las noticias que recibía continuamente indicaban que los alemanes estaban barriendo la región al norte y este del Mosa. Estaba en lo cierto, los alemanes no disponían de dieciocho divisiones, sino más de treinta. El 19 de agosto solicitó a French que le mantuviera informado continuamente, y el 21 este le escribió que no creía posible que se librara un combate serio antes del 24.

Soldados del 4º batallon de Fusileros Reales en Mons antes de los combates.
Soldados del 4º batallon de Fusileros Reales en Mons antes de los combates.

  El 22 de agosto las tropas británicas pasaban cerca del monumento a la batalla de Malplaquet, 10 millas al sur de Mons, donde el duque de Malborough había derrotado a los franceses durante la Guerra de Sucesión Española. Un poco más adelante, se encontraba el campo de batalla de Waterloo, donde casi cien años antes el duque de Wellington había derrotado a Napoleón. Un siglo después, las tropas británicas volvían a marchar al combate en el continente ante los gritos de franceses y belgas «Vive l’ Angleterre!«.

  El 22 de agosto, una avanzadilla de caballería británica se topó con la avanzadilla alemana de ulanos. Estos informaron a Von Kluck de que habían contactado con lo que creían era el ejército británico. Este quedó enormemente sorprendido. Sabía que estos habían desembarcado, pero pensaba que lo habían hecho en Calais y no esperaba encontrárselos en esa zona. Decidió marchar hacia el oeste para entablar combate con los británicos e intentar envolverlos, pero a su izquierda, el general Von Bülow le ordenó que marchara no solo hacia el oeste, sino también hacia el interior para no perder el contacto entre ambos ejércitos. Von Kluck aceptó a regañadientes y el 23 ordenó a sus tropas marchar hacia Mons y cruzar el canal.

La Batalla

La Batalla de Mons
Mapa de la batalla.

  Para el día 23, los británicos se habían desplegado a ambos lados del canal. En el flanco izquierdo, el II Cuerpo del general Smith-Dorrien cubría un saliente al este de Mons; en la derecha estaba el I Cuerpo del general Haig, cubriendo el frente entre Mons y el Sambre, en cuya otra orilla se encontraba el flanco izquierdo del Quinto Ejército francés. French y su alto mando pensaban que frente a ellos se encontraban uno o dos cuerpos de infantería y una división de caballería, pero lo cierto es que se enfrentaban al grueso del ejercito de Von Kluck, el más poderoso de todos los ejércitos alemanes, compuesto por cuatro cuerpos y tres divisiones de caballería. En total, 70.000 británicos con 300 cañones iban a enfrentarse con 160.000 hombres que disponían del doble de artillería.

  A las nueve de la mañana comenzó la primera descarga de los cañones alemanes. El primer ataque alemán fue sobre el saliente en el que se encontraba el II Cuerpo de Smith-Dorrien, con el objetivo de tomar el puente de Nimy. Los británicos mantuvieron el frente durante seis horas, causando numerosas bajas entre los asaltantes, de hecho, el fuego de fusilería de los ingleses era tan preciso y nutrido, que los alemanes pensaban que en realidad era fuego de ametralladora. Pero a las tres de la tarde, no les quedó otra opción que replegarse debido al duro castigo que estaban sufriendo. Tras volar el puente se replegaron hacia una segunda línea defensiva. Debido a este repliegue, el flanco derecho quedaba expuesto, por lo que estas tropas también recibieron la orden de replegarse tras volar los puentes. Estos no habían sido preparados del todo para su voladura, y algunos ingenieros tuvieron que lanzarse al agua bajo el fuego enemigo para proceder con su voladura. Por estas acciones se concedieron tres cruces de la Victoria, las primeras de la guerra.

  A las once de la noche llegaron las peores noticias posibles, a su derecha, el Quinto Ejército de Lanzerac se retiraba. Esto dejaba a la BEF completamente al descubierto, por lo que no quedaba otra opción que la retirada inmediata. Las órdenes fueron rápidamente despachadas, pero debido a la confusión algunos batallones recibieron sus órdenes con retraso. Uno de los batallones no recibió la orden, y se quedó luchando hasta que fueron rodeados y aplastados. Solo doscientos hombres se salvaron de un total de mil.

Viñeta sobre la batalla.
Viñeta de la batalla.

  Por suerte para los ingleses, los cuerpos laterales de Kluck se encontraban a varias horas de marcha y no pudieron proceder a su envolvimiento durante el repliegue. Comenzaron a difundirse leyendas como la de los Ángeles de Mons; fantasmas o espíritus que habían aparecido en el campo de batalla para ayudar a los ingleses en su retirada. Un mes después de la batalla, el escritor Arthur Machen escribió un relato titulado “The Bowmen”, en el que contaba que los espíritus de los arqueros muertos durante la batalla de Agincourt habían acudido en ayuda de los británicos.

La Gran Retirada

  La batalla, que en total duró unas nueve horas, provocó a los británicos un total de mil seiscientas bajas. Los alemanes sufrieron también un alto número de bajas, y su avance se vio detenido duranteun día entero por una fuerza enemiga inferior en número.

  Las derrotas en Mons y Charleroi dieron comienzo a lo que se conoce como la Gran Retirada, un repliegue de todos los ejércitos franceses y del ejercito ingles que durante los siguientes doce días irían retirándose constantemente cediendo unos 200 km de terreno al enemigo hasta que finalmente formaron una nueva línea de defensa en el Marne, a escasos kilómetros de Paris.

  El fracaso del Plan XVII era evidente, incluso el propio Joffre lo admitió (aunque culpo a sus generales, especialmente a Lanzerac por su retirada), escribiendo a Messimy que debía pasarse a una actitud defensiva. La ofensiva a ultranza, el élan, había fracasado.