La Primera Batalla de Ypres (II).

  “Mi querida María, me siento tan mal que en verdad preferiría no escribirte…Cada día que paso aquí veo más claro lo bello que es estar en casa, y ¡qué multitud de sentimientos me despierta la palabra “casa”! He vivido tamaño horror, recientemente, que no puede describirse con palabras; la tragedia está por todas partes. La lucha es cada día más feroz y no se ve el final. Nuestra sangre corre en torrentes…Me rodea la más horripilante devastación. Soldados muertos y heridos, animales muertos y moribundos, cadáveres de caballos, casas reducidas a cenizas, campos revueltos, vehículos, ropas, armas…No creía que la guerra fuera así…

Carta del soldado alemán Paul Hub a su esposa.

  En toda la historia militar, todos los ejércitos, soldados y mandos se habían acostumbrado a que las batallas libradas se solucionaran en cuestión de horas, en un solo día, o como mucho dos o tres días. Los primeros combates de la guerra fueron algo así y no se prolongaban demasiado en el tiempo, como Mons, Tannenberg o el Marne. Pero ahora en Ypres, británicos, franceses y alemanes experimentaron un nuevo tipo de guerra, en la que la intensidad de la batalla no se iba apagando al cabo de un par de días, sino que la matanza continuaba de manera prolongada durante semanas, en la que los soldados de ambos bandos tuvieron que acostumbrarse a matar o morir.

Batalla de Langemarck.

  Para el 21 de octubre, el mando de la BEF aún no tenía muy claro las órdenes que dictar a sus generales. Haig y su primer cuerpo ya habían emprendido la marcha hacia el norte de Ypres con la intención de dirigirse a Brujas. Llegaron al sur de la localidad de Langemarck, al noroeste de Ypres, que el día anterior había sido ocupada por una unidad francesa al replegarse tras los combates con los alemanes en Dixmude.

  Los informes que manejaban hasta ese momento los británicos hablaban de un solo cuerpo en la región, por lo que Haig recibió órdenes de seguir avanzando. Pocas horas después quedó patente que las fuerzas alemanes eran mucho más que un solo cuerpo. Por la tarde de ese mismo día Haig ordenó a sus tropas cavar trincheras unos 800 metros por delante de la localidad y prepararse para recibir el ataque alemán.

By New York Times [Public domain], via Wikimedia Commons
Mapa Batalla de Ypres. By New York Times [Public domain], via Wikimedia Commons

  La línea británica quedaba establecida con la 1º división parapetada al sur de Langemark, con la 2º a su derecha frente a la localidad de Passchendaele que había sido ocupada por los alemanes. A su derecha en Zoneebeke se encontraba la 7º división del IV Cuerpo de Rawlinson, que cubría la línea hacia Armentieres. Los regimientos franceses se encontraban cubriendo ambos flancos británicos, la izquierda de Haig en Langemarck y la derecha de Rawlinson. Al caer la noche los británicos habían establecido un frente de trincheras en torno al este de Ypres, pero este no era continuo y tenía numerosas brechas entre unas unidades y otras.

  Al día siguiente, enormes masas de soldados alemanes del IV y VI Ejércitos iniciaron el ataque contras las posiciones británicas y francesas tras una intensa descarga de artillería. Las cargas alemanes fueron incesantes pero los británicos consiguieron mantener sus posiciones gracias a un excelente fuego de fusilería y a las ametralladoras. Algunas unidades alemanas consiguieron ocupar trinchera enemigas, pero estas eran retomadas por los británicos con rápidos contraataques. Esta fue una constante a lo largo de toda la batalla de Ypres, en la que todos los combatientes, especialmente los británicos, eran reacios al deshonor de perder una posición.

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Langemark.

  Los combates del 21 y especialmente los del 22 de octubre fueron especialmente encarnizados. Un cabo alemán escribió: “¿Quien, aquel día o durante los días venideros, tenía la menor idea de lo que estaba sucediendo o de lo que pretendíamos nosotros o el enemigo?…Casi de improviso, ráfagas de metralla sembraban la muerte y la destrucción en nuestras posiciones. Lo que vi y experimenté… pertenecía a la clase de imágenes que podría fabricar la imaginación más salvajes…” Ypres puso a prueba los límites de la fortaleza humana.

  El 23 de octubre el ímpetu de los ataques alemanes se redujo, por lo que británicos y franceses pasaron al ataque. Los británicos lanzaron un ataque para retomar la localidad de Kortekeer, que había caído en manos alemanes el día anterior. Por su parte los franceses intentaron ocupar Passchendaele pero sin conseguirlo.

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Sir Henry Rawlinson

  El 24 los británicos defendieron un fuerte asalto alemán en Polygon Wood (el bosque poligonal), una plantación de pinos al norte de la carretera de Menin en cuyo interior había una escuela de equitación belga. La lucha en este sector fue incesante. El comandante Edward Hankey, al mando de los hombres de Worcester que defendían la posición ordenó varias cargas a la bayoneta que acabaron por frenar a los alemanes. Tanto uno como otro bando sufrieron numerosas bajas. El regimiento alemán que encabezó el asalto con 2600 hombres y 57 oficiales quedó reducido a 748 soldados y 6 oficiales.

  Haig y Rawlinson habían conseguido mantener la línea ante la embestida alemana. Los franceses consideraron que era el momento oportuno para pasar a la ofensiva. El IX Ejército francés lanzó enconados ataques apoyado a su derecha por los británicos pero sin lograr un avance significativo. El día 24 los belgas habrían los canales del Yser y los alemanes concentrarían ahora todos sus esfuerzos en el sur.

Los ataques del IV Ejército alemán se prolongaron durante los días 26 y 27.

Un nuevo ejército.

  Tras fracasar en la rotura del frente belga en el Yser, Falkenhayn centró toda su atención en el sur, en el sector de Ypres. Aquí el IV Ejército de Rupprecht tampoco había conseguido traspasar seriamente el frente británico durante la semana anterior. Se creó un nuevo ejército, al mando del general Max von Fabeck, formado por dos cuerpos, el IIº bávaro y el XVº, con la 6º y 26º divisiones y unidades de artillería del IV Ejército. El objetivo de este Grupo de Ejércitos de Fabeck, como se le llamó, era atacar las posiciones británicas que defendían Ypres por el sur, defendidas por la 1º y la 7º divisiones, cuya línea se unía en la localidad de Gheluvelt.

General Max von Fabeck
General Max von Fabeck.

  El bombardeo alemán previo fue muy débil. Todos los ejércitos alemanes sufrían escasez de munición. Los proyectiles estaban racionados para ser desviados al sector de Ypres, pero aun así su número era muy reducido.

  El primer objetivo atacado por los alemanes fue la línea defensiva que discurría entre las localidades de Hollebeke y Zandvoorde. Esta última localidad estaba defendida por el 1º batallón de los reales fusileros galeses, que aguantaron el ataque hasta mediodía cuando fueron superados. Haig envió a sus soldados de la reserva para contener el empuje alemán. Británicos y alemanes sufrieron numerosas bajas.

  Al mismo tiempo que se lanzaba el ataque en el sur, unidades alemanes volvían a atacar en el sector de Langemark donde fueron respondidos con un fuego intenso.

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Soldados del 16º regimiento de Lanceros en Ypres.

  Al día siguiente, a pesar del número de bajas que sufrían los atacantes, en una reunión de altos oficiales, el oficial de mayor rango instaba a sus comandantes a reanudar la ofensiva con todos los batallones. Uno de los comandantes objetó: “¡Discúlpeme, Herr Oberst! Se ha hablado de “batallones”. Pero en el centro ya no tenemos batallón…Es imposible reanudar el asalto.” El oficial le contestó: “¿Dice usted imposible? ¡No existe lo imposible! ¡Todos somos soldados y debemos asumir el riesgo de la muerte!”. El alto mando alemán estaba decidido a proseguir con sus ataques al día siguiente.

  En el otro bando, la situación de la BEF era dramática. La mayoría de los batallones habían sufrido un altísimo número de bajas y había varios huecos en sus líneas que no podían ser tapados. Para solucionar esto, Foch le prometió a French el envío de cinco batallones de infantería. Pero antes de que estos refuerzos fueran desplegados los alemanes lanzaron su gran ofensiva.

Batalla de Gheluvelt.

  El 31 fue el día más sangriento de toda la batalla, y también uno de los más cruciales. El Grupo de Ejércitos de Fabeck se lanzó con todo lo que tenían sobre las posiciones británicas. La 6º división de reserva alemana atacó las posiciones británicas en Messines, defendida por el 11º regimiento de húsares y el 9º de lanceros. La lucha se realizó casa por casa. Finalmente la potencia de la embestida alemana sobrepasó a los regimientos británicos que tuvieron que retirarse. Pocas horas después un feroz contraataque encabezado por el 1º batallón de la guardia de Coldstream retomó el pueblo pero no consiguió expulsar a los alemanes de las colinas circundantes.

Edmund Allenby
Sir Edmund Allenby.

  En el centro de la línea británica, en Gheluvelt, las noticias no eran mejores. Unidades del IV Ejército habían conseguido, con un enorme coste, expulsar a los británicos. La situación era dramática, los alemanes tenían el camino abierto hacia Ypres. El general de brigada Charles Fitz-Clarence envió a sus reservas, el 2º batallón de Worcester, que había luchado el 24 de octubre en Polygon Wood, a retomar Gheluvelt y salvar la línea británica. Los de Worcester cargaron bajo un incesante fuego de artillería y consiguieron retomar la población. A las 3 de la tarde Fitz-Clarence informó a Haig: “Mi línea aguanta”.

  Hacia el sur, la caballería británica de Allenby también estaba sufriendo un fuerte castigo. Foch, alarmado, envió dos divisiones para apoyar a Allenby.

  Británicos y franceses habían conseguido aguantar la línea el 31. La mayoría de los huecos que los alemanes habían abierto fueron recuperados. A pesar de ello, Fabeck lanzó ataques los días 1, 2 y 3 de noviembre, sufriendo casi 18.000 bajas. Fritz von Lossberg, jefe del Estado Mayor de Fabeck escribió: “Los sucesos del 3 de noviembre demostraron… que no había forma de forzar una operación exitosa en Flandes”.