Passchendaele II. Muerte en el Barro.

  “El profundo suelo arcilloso, rasgado por las granadas y empapado por la lluvia, se convirtió en una sucesión de grandes lagunas fangosas. Los valles de corrientes en riada se transformaron pronto en largas tiras de barro, intransitable salvo por unas pocas pistas bien definidas, que pasaron a ser blancos favoritos de la artillería enemiga. Dejar estas pistas, no obstante, era arriesgarse a morir ahogado y, en el curso de los combates siguientes, en varias ocasiones se perdieron así tanto hombres como animales de carga”.

      Con estas palabras describía, en un parte de guerra, el mariscal de campo Douglas Haig la situación en la que se encontraba el frente de Passchendaele después de que comenzaran las lluvias, apenas unos pocos días tras el inicio de su tan ansiada ofensiva de verano. No cabe una mejor descripción de la situación del fangoso suelo de Passchendale ofrecida por un alto mando, y no uno cualquiera, sino el que había orquestado semejante situación.

Mapa del sector de Ypres.

     Durante la primera quincena de agosto la lluvia cayó de manera incesante en el sector. Todas las órdenes de avance se vieron detenidas. Ni hombres ni tanques podían avanzar bajo la lluvia, sobre un terreno lleno de barro que engullía todo lo que podía. La situación de los alemanes no era en absoluto mejor, encerrados en sus fortines de hormigón, también sufrían el incesante clima, a lo que debían sumar la constante caída de granadas y proyectiles de la artillería enemiga.

    El 10 de agosto el II Cuerpo del V Ejército realizó un tibio avance en la zona de Gheluvelt para terminar de capturar la línea negra alemana, el segundo objetivo de la ofensiva de julio. El asalto avanzó rápidamente, pero la artillería alemana y una serie de contraataques lograron copar a los hombres de la 18ª División en Glencorse Wood. Antes de acabar la mañana los alemanes retomaron todas las posiciones que habían abandonado ante el ataque del amanecer.

     No se produjeron acciones de relevancia en el frente hasta que la lluvia dio un respiro a mediados de agosto. Haig fijó el 16 de agosto como el día para retomar los ataques en Ypres. A diferencia de la ofensiva del 31 de julio, se decidió centrar el ataque más hacia el norte, sobre la línea defensiva entre Gheluvelt y Langemarck, siendo esta última localidad el objetivo principal del asalto.

Langemarck

Cuartel general alemán cerca de St. Julien.

    Haig designó al general Hubert Gough y su V Ejército para llevar a cabo el asalto. El plan era llevar a la infantería en un ataque por etapas desde la carretera de Menin, cruzar el canal del Steenbeek hacia el norte y atacar la línea verde alemana (tercera línea defensiva), entre Polygon Wood y la localidad de Langemarck. A las 4:45 horas del 16 de agosto, tras una repentina e intensa cortina de artillería, la infantería británica salió de sus posiciones. La artillería alemana por su parte tardó en ser informada, y su respuesta fue escasa, sin apenas importunar a las avanzadas enemigas. En el área de ataque del II Cuerpo volvió a repetirse la misma situación que el 10 de agosto: tras un exitoso avance inicial los contraataques del enemigo obligaron a los británicos a replegarse antes de quedar copados, y tuvieron que retornar a sus posiciones iniciales.

    La 56ª División, que avanzaba en dirección norte, expulsó a los defensores alemanes de Glencorse Wood tras un durísimo enfrentamiento, y comenzaron a avanzar hacia su derecha en dirección a Polygon Wood, para asegurar el flanco derecho de la operación.

Soldados de caballería británica escoltando prisioneros alemanes.

    Por su parte la 8ª División logró alcanzar el bosque Hanebeek, logrando cruzar el arroyo del bosque por un par de pequeños puentes de mano hasta avanzar y capturar los reductos de Anzac y Zonnebek. A su izquierda la 16ª División irlandesa lograba avanzar hasta el reducto de Postdam, donde fueron detenidos por el fuego de las ametralladoras alemanas.

    Al norte, en el flanco izquierdo, el ataque tuvo mucho mayor éxito. La 48ª División del XVIII Cuerpo logró capturar posiciones estratégicas a ambos lados de St. Julien, para luego lanzarse a la captura definitiva de la localidad. Los británicos fortificaron su posición y lograron repeler un poderoso contraataque alemán.

    La 11ª División tenía como objetivo la captura de posiciones estratégicas en los alrededores de Langemarck. En su avance inicial lograron alcanzar la carretera al oeste de Langemarck, frenados en ese punto por las ametralladoras de los fortines alemanes.

Posiciones tras la batalla de Langemarck.

    La 20ª División del XIV Cuerpo atacó las líneas defensivas de Langemarck con dos brigadas a las 4:45 de la tarde, capturando la localidad y dos líneas enemigas en pocos más de dos horas, alcanzando el objetivo definitivo cerca de las 8 de la tarde. Durante la noche los alemanes lanzaron sendos contraataques que fueron repelidos. Langemarck y Wilhelmstellung habían sido capturados.

    A pesar de estos éxitos, el ataque tuvo luces y sombras, desarrollándose de manera similar al ataque del 31 de julio. En la izquierda las unidades británicas lograron grandes avances más allá del Steenbeek y de Langemarck, pero en la derecha, al sur, todos los avances fueron detenidos en seco frente a los reductos alemanes. Tras 3 días de intensos combates el ataque se detuvo.

Un nuevo mando

    Durante los restantes días de agosto se llevaron a cabo ataques a pequeña escala que por lo general fracasaron y produjeron serias bajas en ambos bandos, siendo el más importantes de ellos el ataque llevado a cabo sobre Gheluvelt y Glencorse Wood. Los ataques combinados con tanques no consiguieron penetrar, ya que la mayoría de ellos se quedaban atascados en el barro. Haig ordenó detener todos los ataques hasta que el tiempo y la situación del terreno mejoraran. El general Gough, cansado de la situación de sus hombres, le hizo notar a Haig que sería ineficaz proseguir lanzando ataques en el sector, por lo que Haig optó por sustituirle al frente de la ofensiva por el general Herbert Plumer, del II Ejército.

General Herbert Plumer.

    Plumer, que había llevado a sus hombres a la victoria en una de las mejores acciones del ejército británico en toda la guerra durante la batalla de Messines, era partidario de olvidar las acciones de amplio frente, sustituyéndolas por ataques concentrados en pequeños sectores, combinando el uso de la infantería, la artillería y los tanques. Durante las primeras semanas de septiembre Plumer reorganizó a sus hombres y preparó su ataque para capturar definitivamente la meseta de Gheluvelt. Para ello convenció a Haig de que le fueran enviadas a su frente todas las piezas de artillería media y pesada disponibles. Las operaciones del I y del IV ejército en sus flancos se vieron limitadas. Los alemanes se mostraban extrañados ante la relativa apariencia de tranquilidad que se respiró en el frente durante las primeras semanas de septiembre.

    El plan de Plumer era atacar la meseta de Gheluvelt en una serie de etapas sucesivas separadas entre sí por intervalos de 6 días que permitieran a la infantería consolidar sus posiciones, dando tiempo para que la artillería pesada pudiera adelantarse para cubrir los siguientes avances y destrozar los fortines enemigos. Las unidades de infantería atacarían objetivos en frentes estrechos buscando profundizar las sólidas defensas alemanas.

La ofensiva de Plumer: Menin Road y Polygon Wood

Hombres del 13º Regimiento de infanteria ligera de Durham descansando en una trinchera durante la batalla de Menin Road.

    Desde el 31 de agosto la artillería británica había comenzado a castigar duramente los distintos objetivos del frente. Unidades del II Ejército realizaron ataques de tanteo para evaluar la solidez defensiva del enemigo y los mejores puntos para penetrar la línea. Para el 20 de septiembre, cuando se fijó la fecha del ataque, los británicos habían reunido un impresionante tren de artillería, formado por 700 cañones de campaña y más de 500 piezas medianas y pesadas.

    La artillería comenzó a castigar desde comienzos de septiembre las posiciones defensivas alemanas a lo largo de la cresta de Gheluvelt. La Fuerza Aérea Británica mantuvo una dura pugna por retener la supremacía en el aire y evitar que los observadores alemanes pudieran informar de sus movimientos de tropas y artillería.

Heridos británicos tras la batalla de Menin Road.

    En la madrugada del 20 de septiembre, los hombres del II y del V Ejército se lanzaron desde sus trincheras contra la línea alemana que se encontraba en la carretera de Menin, cubiertos por barreras de artillería móvil, a lo largo de un frente de poco más de 10 km de ancho. Alrededor de la media mañana la mayoría de los objetivos de ese día habían sido alcanzados, logrando profundizar casi un kilometro y medio en las líneas enemigas. Los alemanes por su parte lanzaron una serie constante de contraataques hasta el anochecer, infructuosos en la mayoría de los casos. El avance británico no continuó al día siguiente, Plumer estaba resuelto a seguir su plan al pie de la letra, y los hombres deberían afianzar su nueva posición antes de seguir avanzando.

Soldados australianos con mascaras antigás cerca de Polygon Wood.

    La siguiente fase del ataque fue fijada para el día 26, y el objetivo de las divisiones del II Ejército era expulsar a los defensores alemanes del bosque de Polygon para asegurar el flanco derecho del futuro asalto a la localidad de Passchendaele. Durante los días previos los ingenieros construyeron carreteras hasta la nueva línea de frente, y la artillería fue emplazada de nuevo para poder cubrir el nuevo asalto. A las 5:50 del día 26 la artillería lanzó 5 poderosas andanadas tras las cuales británicos, australianos y neozelandeses atacaron a las 3 divisiones alemanas que defendían Polygon. En poco más de una hora la mayoría de los objetivos habían sido alcanzados y los alemanes fueron expulsados del bosque. Por la tarde realizaron contraataques que pese a abrir pequeñas brechas en las líneas británicas, no consiguieron prosperar.

    Los ataques meticulosos de Plumer estaban dando sus frutos, y Haig ordenó que la ofensiva hacia Passchendaele prosiguiera. El comandante en jefe se mostraba realmente optimista, consideraba que las líneas alemanas estaban al borde del colapso. Sus hombres aún estaban por conocer el auténtico infierno de Passchendaele.

 

Bibliografía:

  • Keegan, J.: The First World War. New York: Alfred A. Knopf, 1999
  • Livesey, Anthony: Grandes Batallas de la I Guerra Mundial. Editorial Optima, Madrid, 1995.
  • Parker, Geoffrey: Historia de la guerra. Akal, Madrid, 2010.
  • Terraine, J.:  The Road to Passchendaele: The Flanders Offensive 1917, A Study in Inevitability. London: Leo Cooper, 197