Las Ofensivas de Otoño (I): Segunda Batalla de Champagne.

  En el verano de 1915 el frente occidental se encontraba relativamente tranquilo. Desde las ofensivas por parte del ejército francés en Champagne y en la segunda batalla de Artois, finalizada a principios de junio, no había habido ningún intento de romper el frente por ninguna de ambas partes. Para ese momento los británicos se encontraban más preocupados en llevar refuerzos a sus hombres en Galípoli, y los alemanes se encontraban centrados en el frente oriental, con la campaña de Galitzia en marcha y los comienzos de la preparación, a finales de verano, de lo que sería la invasión de Serbia.

  La inteligencia aliada creyó que era el momento oportuno para preparar una nueva ofensiva en el frente occidental, puesto que el despliegue de los alemanes en el frente oriental suponía que los aliados tenían superioridad numérica en Francia.

Repetir lo fracasado.

  El peso de las operaciones recaería sobre el ejército frances. Josep Joffre, comandante en jefe francés, decidió que la nueva ofensiva se lanzaría en el mismo sitio donde habían sido lanzadas las ofensivas de primavera, en Champagne y el valle del Artois. Champagne era una zona llana y prácticamente sin bosques, lo que permitía una excelente línea de visión del frente de batalla y pocos puntos fortificables para los alemanes.

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Frente occidental.

  En un primer momento, los comandantes británicos sir John French y Douglas Haig, se mostraron contrarios a participar en dicha ofensiva, consideraban que los planes eran muy similares a las infructuosas ofensivas lanzadas en primavera en esa misma región, y consideraban que el final sería el mismo. El propio presidente francés, Poincaré, también se mostraba preocupado y sugirió a Joffre retrasar los planes para la primavera de 1916. Pero el comandante en jefe estaba decidido a llevar a cabo el ataque, e instó a Horatio Kitchener para que presionara a French a aceptar estudiar los planes de ataque. Con el tiempo, al mismo French acabaría por gustarle el plan propuesto por Joffre, debido sobre todo a que la situación de su ejército se había visto enormemente mejorada, con la llegada de 6 nuevas divisiones de refuerzo, y con el fín de la crisis de abastecimiento de proyectiles de artillería.

  A lo largo del mes de agosto se fueron sucediendo los preparativos para la nueva ofensiva, empezando por una gran concentración de piezas de artillería pesada que debía bombardear las líneas alemanas durante los días previos. También se concentró una gran fuerza de caballería, que beneficiándose del terreno llano de Champagne, debía de aprovechar rápidamente las brechas abiertas por la infantería. Además se produjo un enorme movimiento de tropas: puesto que los franceses serían los que llevarían el mayor peso de la acción, el ejército británico debió extender sus líneas, ocupando sectores hasta antes ocupados por los franceses para poder liberar a parte sus tropas.

  Se fijó la fecha para el 22 de septiembre. Durante las semanas previas se llevaron a cabo numerosos reconocimientos aéreos, para conocer bien las posiciones enemigas y que la descarga de artillería previa fuera realmente efectiva. El gran asalto se realizaría de forma paralela tanto en Champagne como en Artois. El peso mayoritario lo llevarían las divisiones francesas, mientras que la mayor parte de las tropas británicas se centrarían en atacar las posiciones alemanas en el pueblo de Loos, al norte de Lens, en el sector de Artois.

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General Karl von Einem.

  En total, entre franceses y británicos se movilizaron unas 50 divisiones, tres ejércitos franceses y el primer ejercito británico, más de medio millón de hombres, y alrededor de 2500 piezas de artillería. A este impresionante despliegue habría que sumarle los numerosos túneles que fueron cavados para minar las trincheras alemanas, y a la preparación, en el sector que debían atacar los británicos, de unos 5000 cilindros para liberar gas cloro. El plan era sencillo; tras un bombardeo previo de gran intensidad durante 3 días, que debería romper las defensas enemigas, la infantería se lanzaría al asalto y abriría brechas en las líneas alemanas, las cuales debían ser inmediatamente aprovechadas por la caballería. Frente a los aliados los alemanes tenían dispuestos dos ejércitos, el 3º Ejército de von Einem en Champagne y el 6º Ejercito del Príncipe Rupprecht en Artois.

Segunda Batalla de Champagne.

  El 22 de septiembre, 1100 piezas de artillería, en su mayoría cañones del 75 y morteros de trinchera, comenzaron una intensa descarga de artillería sobre las posiciones alemanas, con el fin de eliminar las alambradas y los parapetos de las ametralladoras. Le siguió una descarga de artillería pesada que se concentró en bombardear la retaguardia alemana, atacando puntos de abastecimientos y líneas de ferrocarriles.

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General Langle de Cary.

  El ataque se extendió durante 3 días, hasta que finalmente el 25 de septiembre el ruido de los cañones cesó y los soldados de infantería, del Grupo de Ejércitos del Centro (formado por el 2º Ejercito del general Philippe Pétain y el 4º del general Fernand Langle de Cary) se prepararon para saltar la trinchera. En la madrugada, la primera oleada francesa, formada por 19 divisiones, se lanzó sobre la línea alemana, protegida por 7 divisiones. Aunque el bombardeo previo había sido de una gran intensidad, muchas alambradas aún se mantenían en pie, y las que no, formaban verdaderos revoltijos de púas totalmente intransitables. Igualmente la mayoría de los puestos de ametralladoras alemanas se habían mantenido intactos, y estas comenzaron a escupir fuego sobre los franceses.

  Gracias a la superioridad numérica se lograron varios avances en distintos puntos del frente. El 7º Cuerpo del general Georges de Bazelaire, del 4º Ejército, logró avanzar unos 4 km, mientras que otros cuerpos apenas consiguen avanzar. Algunas unidades lograron llegar hasta la segunda línea alemana, pero los soldados franceses que ocuparon estos sectores se llevaron una desagradable sorpresa; lo alemanes, en previsión de un ataque, habían cavado una red de trincheras de apoyo entre 3 y 6 km por detrás del frente con el fin de contener un fuerte asalto.

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Ofensiva en Champagne.

  A pesar de la gran superioridad numérica los alemanes mostraron una gran tenacidad, y desde sus posiciones de apoyo comenzaron a responder con fuego de contrabatería. Al finalizar el primer día los franceses habían conseguido penetrar en algunos sectores, formando una línea de frente con numerosos salientes, que eran atacados por los artilleros alemanes. Al enterarse del ataque, Falkenhayn envió un mensaje al general Einem, ordenando que sus hombres debían aferrarse al terreno y aguantar hasta la llegada de refuerzos desde el frente oriental. A pesar del desconcierto inicial, en el que incluso algunos mandos alemanes solicitaron la retirada, los soldados se repusieron y frenaron en seco las embestidas aliadas.

  Para el 27 de septiembre algunas unidades francesas consiguen llegar hasta la tercera línea alemana pero son repelidos por un preciso fuego de la artillería germana, que bombardeó sin cesar los salientes ocupados por los franceses, logrando un enorme número de bajas. El día 29 se logran importantes avances. Para ese momento los franceses habían conseguido capturar alrededor de 20.000 prisioneros y un importante número de piezas de artillería, pero las bajas habían sido enormes. Ese mismo día unidades de reserva alemanas lanzan un contraataque que consigue reocupar algunos de los sectores perdidos previamente.

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Mortero francés en acción.

  El 30 de septiembre la munición de artillería comienza a escasear, y ante el elevado número de bajas Joffre ordena detener momentáneamente todos los avances y consolidar las posiciones enemigas conquistadas con el apoyo de las unidades de caballería. A pesar de esto se produjeron numerosos ataques a pequeña escala durante los días siguientes con el fin de desalojar a los alemanes de los salientes formados en la nueva línea francesa.

Un resultado similar.

  Para el 1 de octubre tanto Pétain como Langle de Cary dieron por finalizada la ofensiva en sus respectivos sectores ante la imposibilidad de conseguir romper las líneas alemanas. A pesar de que Joffre protesta, el 3 de octubre desestima la posibilidad de lograr una ruptura de la línea germana en Champagne, por lo que ordena que las unidades fortifiquen las nuevas posiciones y se preparen para una lucha de desgaste, la cual se alargara hasta el 6 de noviembre, cuando la 2º ofensiva de Champagne se da por concluida.

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Soldados franceses en una trinchera.

  Aun cuando el objetivo de la ofensiva era desbaratar por completo el frente alemán, a mediados de octubre Joffre se mostró contento de los logros conseguidos, aduciendo que se habían conseguido importantes logros tácticos; pero sus hombres solo habían conseguido avanzar unos 4 kilómetros, con un coste terrible, 140.000 bajas, frente a las 72.000 alemanas (entre ellos cerca de 25.000 prisioneros), que presentaban al inicio de la batalla la mitad de las tropas aliadas.

  El fracaso en la segunda batalla de Champagne se debió a diversos factores. A pesar del gran despliegue realizado por los aliados y a la meticulosidad con la que Joffre preparó hasta el más mínimo detalle, el plan de ataque era muy similar al realizado en la primavera anterior. La superioridad numérica inicial, no sirvió de mucho a los franceses ante la extensa red de trincheras de apoyo de los alemanes que no habían sido detectadas por los reconocimientos aéreos aliados. Además, el bombardeo previo de tres días no solo no consiguió desbaratar las defensas enemigas, sino que avisó a los alemanes de donde se llevaría a cabo el ataque. La infructuosa táctica de los bombardeos previos, que otorgaba al enemigo el tiempo suficiente para solicitar refuerzos, fue una lección que los altos mandos tardaron mucho tiempo en aprender.

BIBLIOGRAFIA:

– HART, PETER, La Gran Guerra 1914-1918: historia militar de la Primera Guerra Mundial / Peter Hart -Barcelona: Crítica, 2014 -562 p.

– QUERO RODILES, FELIPE. Historia militar de la Primera Guerra Mundial: de la caballería al carro de combate / Felipe Quero Rodiles -Madrid : Sílex, 2009 -624 p.

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