Ofensiva de Primavera IV: El Final del Envite

  El fracaso de la operación Gneisenau había dejado a los ejércitos del príncipe heredero en la misma situación que se encontraban a principios de junio, con un frente que formaba un peligroso saliente en el rio Marne. Para el alto mando alemán solo cabían ahora dos posibilidades, o replegarse del saliente, renunciando a los territorios ganados desde marzo cuando comenzó la ofensiva, o seguir empujando con el objetivo de agrandar ese saliente y poner al ejército francés en una posición de desventaja.

  La situación en la que se encontraba el ejército alemán, agotado tras 4 meses de lucha constante, y con una cada vez mayor escasez de materiales y suministros, no mostraba el continuar la lucha como la mejor opción, pero Ludendorff sabía que una retirada implicaba reconocer que su ambiciosa ofensiva había fracasado y que la guerra estaba perdida. Decidió que la mejor opción era proseguir con el ataque. Y así se preparó la última gran ofensiva que lanzaría el ejército alemán en la Primera Guerra Mundial, la Operación Friedenstrum (Ofensiva de la Paz), denominada por los franceses como la segunda batalla del Marne.

Operación Friedenstrum

La última ofensiva alemana.

   Ideada como una operación de alcance limitado, pronto Ludendorff, llevado por una ilusión de oportunismo irreal, modificó y amplió drásticamente el plan de ataque. Su objetivo ahora era atacar en un frente extraordinariamente amplio, de más de 100 km de longitud que iba desde el rio Ardre hasta Château Thierry, con el centro puesto en la ciudad de Reims. El plan consistía en atacar a ambos lados de la ciudad, cruzar el Marne y capturar las colinas que se encontraban en Epernay y Châlons.

   Para llevar a cabo tal hazaña Ludendorff dispuso de tres ejércitos. El VII del general von Boehn, que debía atacar a lo largo de un frente de 33 km al oeste de Reims, entre esta y Château Thierry, con su objetivo puesto en la captura de Epernay. En su izquierda se encontraba el I Ejército del general von Mudra y el III de von Einem, que atacarían a lo largo de un frente de 87 km al este de Reims, basculando hacia la derecha, atravesando el canal del Aisne-Marne en Mourmelon y llegar a contactar con el VII en los bosques que rodeaban Epernay, alcanzando en su extremo izquierdo la localidad de Châlons.

    En total, los alemanes dispusieron de 48 divisiones, que iban a ser apoyadas por 6300 y más de 2000 morteros.

Tanques británicos Mark IV capturados y usados por los alemanes. Foto de Bundesarchiv, Bild 183-R28717 / CC-BY-SA 3.0.

La preparación del ataque se prolongó un mes, lo que permitió de nuevo a los aliados intuir donde se iba a llevar a cabo el próximo ataque, y preparar sus defensas. Se desplegó una fuerza defensiva extraordinaria, que consistía en 3 ejércitos franceses, el VI de Degoutte, el V de Berthelot y el IV de Gouraud, que se desplegaron desde Château Thierry hasta el este de Mourmelon, justo en la que iba a ser la principal zona de ataque alemana. En total los 3 ejércitos franceses sumaban un total de 36 divisiones (incluidas 3 divisiones estadounidenses y 2 italianas), apoyadas por una fuerza de más de 3000 cañones. En la reserva se encontraba el IX Ejército con 10 divisiones. Pero además los aliados desplegaron en el flanco izquierdo, al oeste de Château Thierry, el X Ejército del general Mangin, con una fuerza de 27 divisiones, que sería usada para lanzar un potente contraataque cuando se estimara oportuno. En total los aliados sumaban una impresionante fuerza de 73 divisiones que harían frente al ataque de las 48 divisiones alemanas.

   La ofensiva fue programada para el 15 de julio, pero para mayor desgracia de los alemanes, en la noche del 14 de julio varias patrullas francesas consiguieron capturar a algunos soldados alemanes que informaron de la inminencia del ataque, por lo que el alto mando aliado ordenó retirar a sus tropas de la primera línea como parte de la “defensa elástica” que Pétain había planeado llevar a cabo.

Soldados alemanes marchando tras capturar una trinchera francesa. Foto de Bundesarchiv, Bild 102-00178 / CC-BY-SA 3.0.

   A la 1:10 del 15 de julio la artillería alemana comenzó un intenso pero breve bombardeo sobre las posiciones francesas de primera línea que desconocían totalmente vacías a excepción de algunos nidos de ametralladoras. Tras el bombardeo, las 23 divisiones del I y del III Ejército alemán al este de Reims avanzaron en dirección hacia Mourmelon. Cuando alcanzaron las primeras trincheras vacías, la artillería francesa comenzó un incesante fuego de contrabatería contra la infantería y las baterías alemanas que destrozó a los soldados de von Mudra y von Einem.

   Mientras, al oeste de Reims, los soldados del VII Ejército avanzaban tras un bombardeo de 3 horas y una cortina de gas, con la intención de establecer una cabeza de puente al otro lado del Marne, donde los hombres del V Ejército frances les castigaban constantemente. Los alemanes se lanzaron al rio con todo lo que pudieron, balsas y botes de lona, y también comenzaron a levantar varios puentes de madera que se convertían rápidamente en el objetivo de la artillería francesa. Al atardecer dos divisiones alemanas consiguieron atravesar el rio y establecer una cabeza de puente, ocupando una franja de terreno de unos 9 km de largo y 4 de profundidad.

Reims, el último suspiro

   Tanto al oeste como al este de Reims las tropas alemanas no conseguirían avanzar más. Viendo que el objetivo de alcanzar Châlons era ya imposible, el alto mando alemán centró todos sus esfuerzos en capturar Reims, pero la tenaz resistencia de las divisiones francesas y americanas, y el constante castigo al que la artillería aliada estaba sometiendo a los alemanes les impidieron a estos alcanzar la ciudad.

Contraataque aliado en Soissons.

   A medida que el empuje alemán se iba desinflando los franceses recibieron nuevos refuerzos americanos y del XXII Cuerpo Británico, y el 17 de julio el general Boehn ordenó a sus hombres detener la ofensiva. Foch vio entonces la oportunidad de lanzar un contraataque que desarticulara las líneas alemanas en el saliente, y ordenó a Mangin y a su X Ejército lanzar una potente ofensiva hacia Soissons, al oeste del saliente alemán. Ludendorff se vio obligado a comprometer a todas sus reservas, las cuales poco pudieron hacer ante el imparable avance aliado. Al finalizar el mes los alemanes habían perdido la mayor parte de las posiciones que habían capturado desde el comienzo de la ofensiva y los aliados habían reducido drásticamente el saliente enemigo.

Artilleria estadounidense en acción.

   Pero lo más importante es que los aliados habían conseguido detener el mayor intento alemán de romper el frente occidental, que en sus fases iniciales había logrado causar el pánico entre el alto mando aliado. A partir de entonces y hasta el final de la guerra los alemanes no lanzarían ningún nuevo ataque y pasarían a la defensiva. Desde ese momento la ofensiva pasó a manos de los aliados.

Bibliografía:

  • Desperta Ferro Contemporanea Nº 26,  «Kaiserschlacht, 1918». Desperta Ferro Ediciones, Madrid 2018.  ISSN 2340-8820.
  • Gilbert, Martin: La Primera Guerra Mundial. La Esfera de los Libros, Madrid, 2004.
  • Livesey, Anthony: Grandes Batallas de la I Guerra Mundial.  Editorial Optima, Madrid, 1995.
  • Parker, Geoffrey: Historia de la guerra. Akal, Madrid, 2010.

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