Movilización ¡A las Armas!

  El mes de agosto de 1914 fue quizás el más ajetreado y decisivo de toda la guerra. Durante los 31 días de agosto todas las potencias movilizaron a sus tropas y se enfrentaron en el campo de batalla, durante una fase de la guerra que se conoce como Guerra de Movimientos. Al finalizar el mes, y tras haber fracasado todos los planes militares para acabar rápidamente con el enemigo y con la guerra en el frente occidental, las potencias comenzarían una carrera hacia el mar para fortificarse y evitar ser flanqueados, comenzando así la temida Guerra de Trincheras.

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Estudiantes alemanes acuden a los centros de reclutamiento.

  Pero no adelantemos acontecimientos. El sábado 1 de agosto, en la cancillería de Berlín, expiraba el ultimátum enviado a Rusia para que detuviera la movilización. Una hora después, el embajador alemán en San Petersburgo recibía órdenes para que a las 5 de la tarde declarara el estado de guerra. A esa misma hora, el Kaiser Guillermo decretaba la orden de movilización general. Todos sabían lo que debían hacer, los hombres cogían sus equipos y se reunían en sus puntos de encuentro, comenzaban a formarse los primeros pelotones, divisiones y ejércitos, unidades de artillería, de caballería, de ciclistas… todos sabían perfectamente lo que tenían que hacer. Los trenes comenzaban a funcionar, el transporte civil se veía detenido para dejar paso al transporte de tropas; y un total de 11.000 trenes comenzaron a llevar tropas al frente. El sistema ferroviario alemán era excelente, ya lo había dicho el mariscal Helmuth von Moltke, general durante la Guerra Franco-Prusiana, “No construyáis más fortalezas, construid ferrocarriles”.

El Plan Schlieffen

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Alfred Graf von Schlieffen.

  Alemania sabía desde hacía años que durante la próxima guerra debería verse obligada a combatir en dos frentes, con los rusos en el este, y con franceses y presumiblemente ingleses en el oeste. A raíz de esta idea, el conde Alfred von Schlieffen, general y miembro del Consejo Superior de Guerra, había diseñado y presentado un plan de guerra para combatir en dos frentes,  aceptado por el alto mando alemán, y que pasaría a conocerse como Plan Schlieffen.

  Este plan se basaba en la idea de que, a pesar de que Rusia disponía del mayor ejército en cuanto a número de efectivos, la vastedad del territorio y sus débiles infraestructuras ferroviarias, harían que la movilización y su disponibilidad para lanzar un ataque sobre Prusia Oriental requeriría de varias semanas. Durante este espacio de tiempo, Alemania debería lanzar a la mayoría de su ejército, un millón de hombres, contra Francia, dejando una pequeña guarnición defendiendo el este, esperando obtener una rápida victoria en el oeste, para a continuación transportar el grueso de su ejército al este para enfrentarse al ejército ruso, gracias a su excelente red de ferrocarriles.

Plan Schlieffen
Plan Schlieffen.

  Para obtener la victoria en el oeste, era necesario fortalecer especialmente el flanco derecho, para así desbordar y rodear a los franceses, los cuales esperarían un ataque en todo el frente, especialmente en las regiones de Alsacia y Lorena, y luego virar hacia el sur, para tomar Paris, interrumpir las líneas de suministro y de comunicación del ejercito francés y derrotarlos por completo. El plan requería violar la neutralidad del territorio belga, la cual estaba garantizada por Gran Bretaña.

  El plan, propuesto en 1905, apenas sufrió modificaciones durante los años siguiente, salvo algunas pequeñas variaciones que al final habrían de ser catastróficas. El jefe del estado mayor alemán en 1914, el general von Moltke el joven, nieto del anterior, amplió el número de unidades que debían enviarse al frente oriental. Cuando la ofensiva en el oeste estaba en su momento culminante trasladó otros 3 cuerpos de ejército hacia el este para enfrentarse a los rusos en Tannenberg. Una decisión que tendría mucha repercusión en el frente occidental.

Los Últimos Intentos por la Paz

  Aunque la guerra ya era algo inevitable, Alemania y especialmente el Kaiser, deseaban evitar una guerra en dos frentes, y fueron varias las oportunidades que surgieron ese primer día de agosto para que así fuera. El secretario de asuntos exteriores británico, sir Edward Grey, le comunicó al gobierno alemán que si se mantenían neutrales con Francia y Rusia, ellos y el resto de potencias harían lo mismo. Este telegrama fue mal interpretado por el embajador alemán, el príncipe Lichnowsky, creyó que Gran Bretaña se mantendría neutral si los alemanes hacían lo propio con los franceses, garantizando a su vez que estos se mantendrían neutrales, lo que permitiría a los alemanes concentrarse contra los rusos.

  Esta idea hizo que hasta últimas horas de ese primer día de agosto el Kaiser estuviera a punto de cambiar todos los planes de movilización, deteniendo los trenes que ya estaban llegando a las frontera francesa y belga, para mandarlas hacia la Prusia Oriental. Le comunicó a Moltke: “Ahora podemos ir a la guerra sólo contra Rusia. ¡Destinaremos todo nuestro Ejército al Este!”. Moltke no estaba en absoluto de acuerdo, no quería trastocar sus planes de guerra y ordenar dar la vuelta a 1 millón de hombres, y así se lo hizo saber al Kaiser, “Majestad, no se puede hacer”. Este consideraba que era imposible mantener la paz entre Francia y Alemania una vez los dos países habían ordenado la movilización.

  Cuando finalmente Lichnowsky, a las 11 de la noche, le comunicó al Kaiser el error en el que había caído al malinterpretar el telegrama británico, éste le dijo a Moltke: “Haga usted ahora lo que mejor le parezca”. Finalmente el 2 de agosto, a las siete de la tarde, las primeras tropas alemanas atravesaron la frontera con Luxemburgo, dando comienzo a sus planes militares.

Paris y Londres

  El 1 de agosto toda Francia amanecía con la noticia del asesinato de Jean Jaurés. El líder socialista francés, que abogaba por la paz, fue asesinado el 31 de julio en el Café du Croissant, en la calle Montmartre de Paris por un fanático perteneciente a los grupos nacionalistas que deseaban la guerra.

Plan XVII
Plan XVII.

  Francia, al igual que Alemania y el resto de potencias europeas, llevaba años elaborando un plan militar para la próxima guerra. Desde el desastroso final de la Guerra Franco-Prusiana, los sucesivos gobiernos franceses y los altos mandos militares fueron desarrollando una gran variedad de planes militares distintos, los cuales variaban entre sí, algunos enfocados en acciones defensivas y otros que abogaban por la ofensiva. Finalmente en 1913 se decidió el plan definitivo a seguir, conocido como Plan XVII.

  El plan consistía en centrar el grueso de las tropas francesas, cuatro ejércitos, frente a los territorios perdidos de Alsacia y Lorena, y concentrar allí su ataque, pensando que lo alemanes no podían permitirse perder dichos territorios y los defenderían. A diferencia del Plan XVI, se envió un quinto ejército para proteger la zona norte, la frontera con Bélgica, aunque los franceses no creían que los alemanes violaran la neutralidad belga. El Plan XVII fue diseñado por el entonces general Ferninand Foch, y aunque se creía que la estrategia a seguir era sólida por el uso concentrado de las fuerzas y por la creencia en el espíritu combativo de los soldados franceses, el elan, por desgracia para ellos los alemanes aplicaron su Plan Schlieffen.

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Joseph Joffre.

  En Paris la situación era un tanto caótica. El comandante en jefe del ejército francés, Joseph Joffre, estaba ansioso por recibir del gobierno la orden de movilización. Aunque sabían que la guerra con Alemania era inevitable, el gobierno francés no quería hacer nada sin contar con el apoyo de Gran Bretaña, y para ello quería mostrarse como una victima esperando que fuera Alemania la primera en declarar la guerra. Para ello, el 31 de julio se ordenó que todas las tropas que estuvieran guarneciendo las fronteras se retiraran unos 10 Km. La situación era complicada, por un lado tenían que cumplir con su pacto con Rusia, mediante el cual prometían atacar Alemania si estos declaraban la guerra a los rusos, pero por otro lado el gobierno francés debía mostrar a Gran Bretaña que su nación solo actuaría a modo de defensa y no como agresora. Finalmente, y tras conocerse el ultimátum enviado a Rusia, el gobierno francés declaró la movilización general a las 15:30 del 1 de agosto.

  Mientras tanto en Londres, el gabinete gubernamental estaba dividido entra la intervención o mantenerse al margen. Una buena parte de los miembros querían esperar a ver como se desarrollaban los acontecimientos, pues de momento, la disputa entre Alemania, Austria-Hungría y Rusia no afectaba a los intereses de Gran Bretaña. Ante esta situación protestó el embajador francés en Londres, Pierre Paul Cambon: “¿Acaso Inglaterra está dispuesta a esperar hasta que el territorio francés haya sido completamente invadido antes de intervenir?”. El 31 de julio, el primer ministro Herbert Asquith escribía: “¿Hemos de ir a la guerra o mantenernos apartados? Desde luego todo el mundo desearía no tener que intervenir”.

  Para el 1 de agosto el gabinete seguía dividido, la gran mayoría de sus miembros optaban por la no intervención, salvo los grandes líderes, quienes sabían que no podían abandonar a Francia, con la que tenían un acuerdo naval, y permitir a Alemania dominar el continente. Winston Churchill, primer lord del almirantazgo, se dirigió a Downing Street, donde se encontró con Asquith y Grey. Churchill les hizo saber que no podía esperarse más y que aunque el gobierno aún no hubiera decidido nada, tenía la firme intención de movilizar inmediatamente a la flota. Tanto Asquith como Grey se mostraron conformes, pero siempre a la espera de que llegaran mejores noticias del continente.

Ultimátum

  El domingo 2 de agosto, a las 7 de la tarde, el ministro von Below, embajador alemán en Bruselas, entregó al gobierno belga un sobre que había recibido el 29 de julio con órdenes estrictas de no ser abierto ni entregado a ninguna autoridad hasta que recibiera nuevas órdenes. Dicho sobre contenía un documento en el que el gobierno alemán aseguraba al gobierno belga que un supuesto ejército francés se había internado en su territorio con el fin de atacar Alemania. Para poder detenerlo, solicitaban que Bélgica permitiera el libre paso por su territorio del ejercito alemán, con el fin de anticiparse al ataque francés, prometiendo retirarse del territorio tan rápido como les fuera posible. Si se negaban a permitirle el acceso, concluía la nota, Bélgica sería consideraba como un enemigo. Les concedieron doce horas para contestar a este ultimátum.

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Rey Alberto I de Bélgica.

  La situación era comprometida. El rey Alberto y el gobierno belga sabían que negarse supondría la invasión de su territorio, a sabiendas de que su ejército no podía hacer frente al alemán, mientras que aceptar las demandas alemanes convertiría a Bélgica en un acceso de ataque sobre Francia. La respuesta belga llegó en la madrugada siguiente, declarando que si aceptaba las demandas alemanas “sacrificaría el honor de la nación y traicionaría su deber hacia Europa”.

  El 3 de agosto Alemania declaraba la guerra a Francia e invadía Bélgica, violando su neutralidad y obligando a Gran Bretaña a reaccionar, declarando la guerra a Alemania el 4 de agosto. La marcha hacia Paris había comenzado.