La Primera Batalla de Ypres (III).

Las trincheras me están aburriendo espantosamente y me siento terriblemente cansado. Espero que no sigamos en ellas mucho tiempo. Ojalá ordenen avanzar pronto”.

Teniente M. S. Richardson, de los Reales Fusileros Galeses.

  Británicos y franceses habían conseguido mantener sus líneas en Ypres tras dos semanas de incesantes ataques alemanes, especialmente los llevados a cabo el 31 de octubre. Las bajas sufridas por ambos ejércitos fueron enormes. Los británicos habían sido especialmente castigados en sus sectores, y la mayoría de sus batallones habían quedado reducidos drásticamente. Pero los alemanes también habían sufrido un enorme número de bajas en sus incesantes ataques, y durante los tres primeros días de noviembre las tropas de Fabeck sufrieron un duro castigo; pero a pesar de ello Falkenhayn seguía resuelto a seguir combatiendo en Ypres para rebasar la línea enemiga y ocupar los puertos del canal. No quería que se produjera un estancamiento del frente como había ocurrido en el Yser.

“La macabra muerte”.

  Para el 5 de noviembre la BEF se vio obligada a acortar sus líneas debido al número de bajas sufridas, por lo que parte de la línea defensiva del I Cuerpo, en la izquierda, fue ocupada por unidades del IX Ejército francés.

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Sir Douglas Haig.

  Ese mismo día Falkenhayn orquestó una nueva serie de ataques en el norte y sur del saliente. Tras un incesante fuego de artillería nuevas oleadas de unidades alemanes se lanzaron al asalto. Algunas unidades británicas cedieron sus posiciones, pero lo más preocupante ocurrió el día 6, cuando las unidades francesas y el regimiento irlandés se retiraron y dejaron desprotegido el flanco derecho británico. Los Life Guards al mando del comandante Hugh Dawnay lanzaron una feroz carga a la bayoneta. Sufrieron un gran número de bajas, entre las que estaba la de su comandante, pero consiguieron retomar sus posiciones y salvar la línea británica.

  Entre los mandos británicos comenzaba a ser preocupante el número de bajas sufridas. No había ni un solo batallón en todo el sector que no hubiera sufrido un alto porcentaje de bajas; había numerosos huecos en la línea y muchas unidades se retiraban ante los ataques alemanes. La voluntad se desmoronaba y los mandos se mostraban incompetentes, entre ellos John French. Fue el comandante del I Cuerpo, Douglas Haig, quien más resuelto se mostró entre sus compañeros en defender que era necesario aguantar la línea en Ypres a todo coste.

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Representación de soldados del regimiento hindú en Ypres.

  Durante los días siguientes los ataques y contraataques para retomar las trincheras perdidas se sucedieron. Para el día 9 el ímpetu de los ataques alemanes se redujo. Un nuevo ejército alemán, a las órdenes del general von Lisingen, se estaba juntando para colocarse en la izquierda de von Fabeck y lanzar un nuevo ataque en el sur del saliente. Ese mismo día, el capitán Eben Pike, del regimiento de granaderos, escribió en su diario: “Aquí resistimos como la macabra muerte”.

La batalla de Nonne Boschen.

  El 10 de noviembre los alemanes lanzaron un potente ataque sobre el norte del saliente, en dirección hacia Diksmuide, que fracasó. Pero el verdadero ataque masivo llegaría al día siguiente. Aprovechando que los alemanes controlaban las colinas de Messines, las fuerzas de Lisingen atacarían a través de la carretera de Menin para avanzar sobre Ypres, mientras que von Fabeck apoyaría su ataque en la derecha. Al amanecer nubloso del día 11 de noviembre, 12 divisiones alemanes atacaron en un frente de unos 15 km. Los británicos no daban crédito, tras más de tres semanas de intensos combates seguían apareciendo densas formaciones de soldados, como si el ejército que tenían en frente fuera inacabable.

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Representación de la lucha en Nonne Boschen, por W.B. Wollen.

  En las primeras horas la situación parecía crítica para los británicos; sus líneas se rompían en varios sitios. Uno de los puntos más importantes de la batalla fue en el sector sur de la carretera, en el Shrewsbury Forest, donde combatieron las dos mejores unidades de cada ejército, la 1º Brigada de la Guardia Británica y la 4º División de la Guardia Prusiana, viéndose la primera obligada a retirarse de sus posiciones. A las 10 de la mañana los alemanes rompieron la línea británica al sur de Polygon Wood y consiguieron adentrarse en el Nonne Boschen (Bosque de la Monja).

  Al mediodía hombres de los regimientos de Oxfordshire y Buckinghamshire cargaron en el bosque con sus bayonetas para retomar sus defensas. Al atardecer los británicos habían conseguido recuperar sus posiciones en el bosque. Para el anochecer la mayoría de las posiciones pérdidas durante el día ya habían sido retomadas gracias a los fuertes contraataques, aunque los alemanes consiguieron hacer breves avances en algunos sectores y fueron detenidos cuando se encontraban a tan solo 4 kilómetros de Ypres.

  Durante todo el día y a lo largo de la noche la artillería alemana bombardeo Ypres incesantemente, quedando incendiada la Lonja de los Paños. Por su parte unidades alemanes del ejército de Rupprecht también presionaron a los franceses en el norte entre Zoneebeke y Bixschoote, con Langemarck en el centro, que seguía siendo objeto de fuertes ataques.

Fin de la batalla, inicio del estancamiento.

  Durante los días siguientes prosiguieron los combates, pero de una intensidad menor. Los días 16 y 17 los alemanes lanzaron nuevos asaltos y prosiguieron con el bombardeo sobre Ypres. Pero tanto un bando como el otro habían sufrido numerosas bajas y los soldados restantes estaban agotados. Para el 15 de noviembre el general francés D’Urbal decidió frenar toda ofensiva en su sector debido al cansancio de sus hombres. Progresivamente fueron llegando al sector de Ypres nuevas unidades francesas que ocuparon las posiciones de la debilitada BEF.

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Los generales de la BEF: Haig, Monro, Gough y Percival.

  Los alemanes, que habían parecido una fuerza inmensa a ojos de los británicos, habían perdido decenas de miles de hombres, y los que quedaban en pie no podían dar un paso más. Ambos bandos decidieron que los mejor era fortificar sus posiciones. Finalmente todos los ataques esporádicos se detuvieron hacia el 22 de noviembre, cuando la llegada de fuertes vientos, el frio y tormentas de nieve aletargo finalmente a todos.

  Británicos y franceses habían conseguido mantener la línea en el frente de Ypres, pero los alemanes habían conseguido hacerse con los terrenos elevados en los alrededores de Messines y con el pueblo de Passchendaele, aunque a un enorme coste. Aunque se desconoce el número total de bajas que sufrieron en Ypres, se estima que la cifra está próxima a las 100.000.

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Portada del periódico Evening News del 18 de Noviembre.

  Por su parte la BEF había conseguido mantener sus posiciones demostrando una resistencia heroica y tenaz, pero esa tenacidad les había costado casi su total desintegración. De los 90.000 hombres que habían llegado al continente en agosto, 58.000 habían causado baja para el 30 de noviembre. Las tropas restantes quedaban reducidas a una pequeña fuerza que debería aguantar sus posiciones hasta que llegaran refuerzos de los nuevos ejércitos que Kitchener estaba formando e instruyendo.

  A pesar del enorme número de bajas sufridas, la batalla de Ypres se cuenta como una gran victoria aliada, especialmente una gran victoria de los británicos debido al gran número de soldados alemanes contra los que se enfrentaron. En realidad el resultado de la batalla fue equitativo. Los alemanes no consiguieron su objetivo de ocupar los puertos del canal, pero el ejército británico quedó casi destruido.

  Ypres marca un hito importante en la dirección de la guerra. Marcó el inicio del estancamiento. Ambos bandos se enterrarían en trincheras que pronto conectarían todo el frente occidental, desde la frontera suiza hasta la costa del mar del Norte. Los alemanes adoptaron una actitud defensiva en el oeste mientras intentaban conseguir una victoria sobre los rusos en el este. Durante más de tres años estas líneas defensivas apenas se verían alteradas unos 15 km y se tragarían cientos de miles de vidas humanas.